miércoles, 22 de abril de 2015

Carta Abierta al Pueblo de Bolivia en el Día Internacional de la Madre Tierra



Carta Abierta a Ciudadanos, Líderes
y Autoridades de Bolivia 

en el Día Internacional de la Madre Tierra

Esta carta va dirigido a todos los ciudadanos y amigos de Bolivia en el mundo, pero en especial a las autoridades elegidas y designadas en los gobiernos locales, departamentales y en el gobierno nacional – en especial a aquellos que en los últimos diez años han declarado al mundo entero la importancia de proteger a la Madre Tierra y de construir un modelo alternativo de desarrollo basado en el respeto y la armonía con la naturaleza. De igual manera, esta carta va dirigida a los ejecutivos de las grandes empresas del país -- de las industrias agropecuarias y en particular de las industrias oleaginosas, ganaderas, avícolas, forestales y mineras, de la banca y a los ejecutivos, decanos, rectores, catedráticos de las universidades y a los directores y profesores de las escuelas públicas y privadas de todo el país. Despertemos por favor. Pensemos bien y veamos con mucha consciencia la realidad que estamos construyendo y definamos con mucho más cuidado en qué clase de sociedad y de realidad deseamos vivir. Aun estamos a tiempo para que nuestro país se encamine como un país modelo en América y en el mundo entero -- pero no llegaremos ahí si seguimos el camino que actualmente estamos tomando.

Con mucho amor, y a la vez con enorme impotencia y dolor, escribo esta carta abierta como un ciudadano y llajt’amasi profundamente preocupado por las decisiones que venimos tomando en nuestro país atentando contra nuestro propio bienestar, contradiciendo con total hipocresía la propuesta que lanzamos al mundo entero de ser una sociedad que busca un nuevo modelo de desarrollo basado en el “vivir bien” y la convivencia en armonía con la naturaleza.

Hoy, 22 de Abril, ciudadanos y autoridades del mundo entero están reflexionando y planteando acciones éticas y positivas para minimizar o frenar el impacto tremendamente negativo que estamos teniendo como seres humanos sobre nuestra tierra – esta tierra que es nuestro hogar y la base de nuestro sustento como seres vivo…

Pero en Bolivia, con un grado de cinismo e hipocresía sin precedentes en nuestra historia, en contra de nuestra propia consciencia, de la ética más elemental y de cualquier noción de sostenibilidad y de bienestar, como nunca antes y a un paso desmesurado y sin moral ni amor propio y sin un amor real por nuestra tierra, venimos destruyendo y propiciando la destrucción de nuestros ríos, suelos, bosques y del mismo clima – despedazando de manera sistémica, directa y real los ecosistemas vivos de las cuales dependen de manera muy directa nuestras vidas. 

Ningún ciudadano boliviano que ame a su país y a su familia – y menos los profesionales y las personas educadas y viajadas – pueden continuar ignorando la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos en este proceso, ni el enorme precio que ya estamos pagando, y que pagaremos de forma mucho más cara en los años y décadas que vienen, si no cambiamos radicalmente y de manera inmediata este modelo de “desarrollo” hacia una forma de vida sana donde realmente prevalece la búsqueda de la convivencia en armonía con la naturaleza y si no aprovechamos para cambiar nuestra matriz energética y económica cuanto antes a una matriz postmoderna que no dependa de manera tan exagerada de los hidrocarburos y del extractivismo irresponsable e inconsciente, que no es otra cosa que la violación permanente de la Madre Tierra.

Donde antes había praderas y bosques ahora tenemos desiertos de asfalto y de cemento. Donde antes vivían animales y plantas ahora solo transitan maquinas. Donde antes vivían nuestros padres, abuelos y antepasados en relativa armonía y paz con la naturaleza, bebiendo agua pura, respirando aire limpio y nutriendo sus cuerpos y mentes con alimentos y sin multimedia, ahora vivimos agitados, apurados, estresados, bebiendo líquidos nocivos, respirando heces, gases y aire envenenando, comiendo comida chatarra y llenándonos la cabeza de contenidos que nos dañan el espíritu, la moral y la conducta.

A pesar de un gran discurso nacional que prometía otra cosa, la realidad cruda es que hoy por hoy estamos enceguecidos por una falsa visión del progreso del cual los países del norte están en gran parte arrepentidos y de la cual buscan huir. Hoy, en el 2015, los bolivianos estamos encaminados más que nunca antes hacia un modelo de “desarrollo” insostenible, destructivo, explotador e inmoral – cuando los ciudadanos y las comunidades más educadas de los países del norte a los que buscamos imitar sin consciencia y sin criterio están más bien reconociendo sus errores y buscando referentes en las áreas rurales de nuestra Bolivia y otros similares para escapar de un modelo de “desarrollo” que es claramente inhumana, insostenible e indeseable.

En vez de aprender de las carísimas lecciones que vienen pagando muchas otras sociedades para evitarnos muchísimo sufrimiento y dolor, insistimos en imitar modelos que no funcionan. En vez de abrir los ojos y el corazón para ver lo obvio, preferimos cerrar la mente para ignorar – o peor – para propiciar la destrucción acelerada y masiva de nuestra propia madre tierra.

En vez de apreciar, valorar y fortalecer tradiciones, conductas, instituciones, normas y formas de ser, de pensar y de vivir originarias, coloniales y republicanas que verdaderamente rescatan la esencia del “vivir bien” y que han funcionado por siglos -- nos empecinamos en correr a toda velocidad hacia un modelo de desarrollo extractivista, explotador, agroindustrial, materialista y consumista que es altamente destructivo e insostenible y que viene causando estragos espantosos en países supuestamente más avanzados hace ya décadas. En vez de valorar lo propio, imitamos sin consciencia lo peor de un modelo externo, destruyendo de paso estructuras comunitarias y sociales y formas de vida milenarias que han permitido a nuestros antepasados vivir por siglos en mayor armonía con la naturaleza.

Los bolivianos, que tenemos aun el privilegio de vivir en uno de los países mas bendecidos del planeta estamos permitiendo la destrucción insensata, irracional y hasta criminal de decenas de miles de hectáreas de bosque cada año – cuando hoy contamos con toda los conocimientos y las capacidades para evitar esta destrucción y aprovechar de los bosques para generar fuentes alternativas de generación de ingresos que además aporten a mejorar la calidad de vida de millones de personas. ¡Continuar destruyendo nuestros bosques de manera indiscriminada, sin medir bien los impactos y la consequencias holisticas de esta destruccion y avanzando de manera indiscriminada y a paso acelerado es un crimen que debe parar! 

Esta devastación (para criar ganado, soya y otros productos que enriquecen a algunas personas pero empobrecen a la nación y violan a la madre tierra) están aportando de manera directa a la contaminación del aire que respiramos, al calentamiento de la temperatura en nuestras propias ciudades (y al calentamiento global), a las inundaciones que destruyen miles de hogares cada año y al asesinato cada año -- porque no hay otro nombre -- de cientos de miles de animales y millones de árboles, plantas, insectos y otras formas de vida, sin consideración o respeto alguno por la vida.

Al alejarnos de la tierra y de una forma de vida más humilde, sincera y apegada a la naturaleza nos estamos auto-suicidando. Sin la energía del sol, de la tierra, del viento, del agua, de los animales y de la comunidad, quedamos vacios y triste. De manera figurativa y literal, al dejar de cuidar y de amar a nuestra “madre tierra” nos estamos destruyendo a nosotros mismos, de una manera lenta, tortuosa y fatal.

Si uno mira de manera muy sincera, la vida en el campo, cerca de la tierra, es desde una perspectiva energética y natural, mucho más sana que la vida en las ciudades -- en especial en aquellas partes de la ciudad donde ya no hay contacto alguno con la naturaleza.  ¿Por qué nos empecinamos en poblar de manera desorganizada, acelerada e irracional a nuestras grandes ciudades en vez de crecer como país de una manera más orgánica, ordenada y sostenible? ¿Cuál es el apuro, porque tanto atropello, porque deshumanizarnos tan aceleradamente?

Al alejarnos del campo, estamos asimismo inconscientemente aportando a la evolución de una industria de la muerte – una “industria” que para el mundo animal se asemeja a los campos de concentración de los nazis: La crianza y matanza industrial, científica y sistémica de miles, sino decenas de miles, de gallinas, vacas, puercos y otros animales cada día. Las y los bolivianos nos estamos alimentando cada vez menos de animales que antes vivían y crecían en paz al aire libre y estamos optando más bien por consumir la sangre y los cadáveres de animales criados, asesinados, empaquetados y mercadeados de manera científica – todo esto para satisfacer nuestro hambre, nuestra gula y ese vacío que crece de manera proporcional a nuestro alejamiento de la tierra y de todo la energía que viene del sol, de la lluvia, las montañas, las plantas, de los animales – de la vida en el campo.

Contaminados cada día más por deseos superficiales e ilusorios, vamos descuidando valores tradicionales y esenciales para un verdadero vivir bien – entre ellas el amor propio y el amor por la familia y por nuestra comunidad, nuestro país y nuestra tierra.

Embriagados por el consumismo y sus atracciones, vivimos en una sociedad en la cual son cada vez más los niños que nacen y crecen sin amor y sin el cariño, el cuidado y la vigilancia paternal, familiar y comunitaria. Los jóvenes crecen solos, educados como robots en escuelas que imparten una educación inadecuada para los desafíos del siglo XXI, expuestos a todo tipo de ideas falsas de un mundo híper-consumista, mecanizado y alejado del espíritu.

El alcohol, las drogas, el deseo de una belleza superficial, de una fama insensata, del poder sobre los demás y de riquezas y bienes materiales nos están llevando a descuidar la amistad y las relaciones sanas y como sociedad, a una conducta sexual cada vez más irresponsable y desenfrenada y al asesinato de la inocencia, la modestia, el honor, la dignidad, la comunión y otros valores esenciales para la cohesión social. Con los años vemos nacer, sufrir y morir cada vez más conciudadanos bolivianos contaminados y abandonados por una sociedad que ha perdido el amor propio. Ya ni vemos, porque no queremos ver, a niños, mujeres, ancianos, e indígenas abandonados como basura humana en las calles de nuestras “grandes” ciudades.

La explosión demográfica está llevando a una ocupación cada vez más acelerada, desordenada e inconsciente de las ciudades intermedias y grandes donde ahora la soledad, la indiferencia, la maldad y la violencia reemplazan a la confianza, el respeto, el saludo y otras virtudes que formaban el pegamento de las relaciones humanas y estructuras comunitarias y sociales más sanas y más humanas de antaño. Nos estamos, en efecto, deshumanizando.

Las y los bolivianos ya no pensamos que la vida es sagrada, pues no estamos haciendo nada por protegerla. Al comportarnos de esta manera, estamos mandando una señal muy clara al mundo entero: No nos importa la vida – y al mandar esa señal, estamos generando otra señal muy clara: Como no respetamos la vida ajena, no tenemos porque esperar que otros respeten nuestras vidas. 

Como loros hablamos de ciencia, tecnología, innovación, desarrollo y crecimiento del PIB -- pero no pensamos para nada en el respeto mutuo, en el amor, en la vida, en la conservación y el cuidado de lo sencillo y lo hermoso que nos rodea: molles, cipreses, mariposas, aves, bufeos, jaguares y demás seres vivos – incluyéndonos a nosotros mismos, los seres humanos. Nos llenamos de nuevos aparatos, vehículos carísimos, casas y toda clase de bienes de lujo -- pero nos encontramos cada día más ocupados, apurados, agitados, estresados e infelices y con un país en la que sufren y mueren cada día más animales. ¿Es esto desarrollo? ¿Es esto vivir bien? ¿Es esta nuestra propuesta, nuestro discurso y nuestra cosmovisión? ¿Si no nos importa cuidar el paraíso terrenal que hemos heredado y que ha permanecido en gran medida virgen hasta este siglo -- en que nos diferenciamos de otras culturas y otras sociedades?

Vivimos en un país muy especial y muy bendecido, pero no la estamos cuidando. A diferencia de muchos otros países, aun tenemos glaciares, selvas vírgenes, ríos llenos de agua -- algunas aun cristalinas -- aire puro y grandes extensiones de tierra aun fértil y sobre todo, como el mayor tesoro, una gran diversidad de plantas y animales que respiran y viven como tú y como yo. ¿Pero que estamos haciendo con estos tesoros, con nuestros parques regionales y nacionales que son tan vitales para la calidad de vida en toda nuestra nación?

Pregunto: ¿Acaso la ignorancia se ha vuelto tan grande que dejamos de entender que la calidad de vida en nuestro país depende del cuidado de nuestros ríos, cerros y bosques? ¿Acaso los arboles, las plantas, los animalitos y los insectos no son también residentes y habitantes de nuestra tierra? ¿Acaso alguien nos ha dado el derecho de matar y destruir otras vidas simplemente porque no son como nosotros? ¿Acaso no es un crimen construir ciudades de manera indiscriminada, destruyendo todo lo que encontramos a nuestro paso para poner asfalto y cemento donde antes vivían otros seres sensibles?

¿Si no podemos respetar los hogares de otros seres vivos más vulnerables -- con que derecho podemos exigir que otros respeten nuestras vidas y nuestros hogares? 

Queridos amigos y amigas -- los arboles, las plantas, los animales y también los insectos merecen respeto y merecen vivir.  También merecen que respetemos sus hogares y sus vidas. También sufren como nosotros. Son tan parte de nuestra tierra como nosotros, son tan “residentes” y “ciudadanos” de nuestra única Madre Tierra como nosotros. Si no respetamos la vida, no nos respetamos a nosotros mismos y si no entendemos que toda la vida esta de verdad interconectada y no moderamos el ritmo desenfrenado con la cual estamos destruyendo a otros seres vivos y a los ecosistemas de las cuales nuestras vidas dependen, será cada vez mas alto el precio que tengamos que pagar por este descuido: Inundaciones, sequias, calor, estrés, desesperación, cáncer, diabetes, discapacidades, soledad, depresión, enfermedades sexuales y mentales, drogas, alcohol, suicidio, violencia y desintegración social, armamentismo y todas las demás enfermedades de la modernidad nos azotaran cada vez con mayor ferocidad si no recobramos una forma de vida en mayor armonía con la naturaleza – incluido con nuestra naturaleza humana, con nuestro propio espíritu, con nuestro propio cuerpo que es también biológico y natural, con nuestra propia consciencia y vida interior.
Somos seres vivos, seres biológicos y energéticos: Nuestra salud mental, emocional y física depende de la salud de la naturaleza – de los ecosistemas y del medio ambiente, de la madre tierra. Ensuciando, violando y destruyendo a nuestra tierra nos destruimos a nosotros mismos.

¿Si no tratamos al resto de los seres sensibles que también viven en nuestra tierra de manera ética – y si ni siquiera respetamos ni luchamos para asegurarnos de cuidar el agua que bebemos, el aire que respiramos, los alimentos que nos deberían nutrir y el consumo de contenidos mediáticos que afectan a nuestros corazones – como podemos esperar vivir bien?

Existen otros modelos de desarrollo, existen otras formas de vivir – y a diferencia de otras naciones en las cuales el ser humano ha perdido totalmente el contacto con el pasado, con las raíces originarias, con una mejor noción de cómo vivir una vida más lenta, orgánica, saludable y en armonía con la naturaleza, acá en Bolivia aun tenemos comunidades y regiones enteras de nuestro país donde aún prevalecen formas de vida menos dañinas, más responsables y mas sostenibles.

Sin rechazar la modernidad y más bien tomando lo bueno, positivo y consciente de la modernidad y lo mejor de nuestro mundo globalizado – y combinando todo esto con lo mejor de nuestra propia cultura, de nuestras propias tradiciones, comunidades, formas de vivir, de ser y de pensar y tomando lo mejor de nuestra bendecida y hermosísima tierra -- si podemos construir un mejor camino hacia una mejor forma de vivir bien con y desde el amor, el respeto y la consciencia.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Participar en el Proceso de Cambio con Amor

Miedo, Indiferencia y Escapismo son Inaceptables
.
Participar en el Proceso de Cambio con Amor

- Las palabras sobran, las acciones escasean.

Bolivia vive un profundo “proceso de cambio” que viene acumulando cada vez más injusticia y maldad. El silencio, la indiferencia y el miedo no son formas responsables, adecuadas ni efectivas para reaccionar o huir de un proceso de esta naturaleza. Somos, en verdad, seres espirituales experimentando una vivencia humana. No es hora para la cobardía, la indiferencia ni la complicidad con la maldad. No es el momento para evadir el deber. Bolivianos, Americanos: Sumense al proceso de cambio con amor. Rompan con el silencio, el miedo y la indiferencia. Sumense al movimiento ciudadano a favor de una transformación basada en el respeto por la vida, las leyes y la paz.


Bolivia vive un profundo “proceso de cambio” que corre el riesgo de desembocar en una escalada desenfrenada de persecuciones, violaciones a libertades fundamentales, encarcelamientos, torturas, violencia y muertes injustificables y un sin numero de maldades e injusticias. Esto es lo que ha ocurrido por siglos, ocurre hoy, y ocurrirá siempre con todo proceso de cambio basada en una orientación extremista o totalitaria.

El silencio, la indiferencia y el miedo no son formas responsables, adecuadas ni efectivas para reaccionar o huir de un proceso de esta naturaleza. Somos, en verdad, seres espirituales experimentando una vivencia humana, y toda acción que tomamos queda registrada en la base de datos del universo.

Podemos huir pero no podemos escapar. Podemos callar pero no podemos taparnos los oídos. Podemos cerrar los ojos pero nuestro espíritu ve lo que nuestros ojos no quieren ver. Podemos trabajar, regalar plata, silbar, cantar, bailar, beber y hacer el amor con desesperación pero estas acciones no impedirán y menos ocultarán lo que sucede aquí, a nuestro alrededor, frente a nuestros ojos si no participamos en el proceso de cambio.

No es hora para la cobardía, la indiferencia ni la complicidad con la maldad. No es el momento para evadir el deber. No nacimos para refugiarnos en la ilusión. La bondad es el camino -- la generosidad, la paz, la tolerancia que siembra, el respeto ante los que faltan el respeto, la asertividad y coraje ante el intolerante, el fanático, el maleante…

Amados compatriotas, un hombre humilde, en muchos aspectos un ser humano como cada uno de nosotros, nos enseño que el amor es el camino y que el amor no tolera al odio, a la injusticia ni a la maldad.

Bolivia requiere tu apoyo, nosotros requerimos tu apoyo, todos los bolivianos que queremos vivir libres de violencia y maldad, de corrupción e injusticia, nos necesitamos mutuamente. No podemos ser víctimas de la cobardía ni de la maldad y la cobardía y la indiferencia también son una forma de maldad.

Por la vida, el amor y la paz que la mayoría de las personas desean para sus familias, sus naciones y para si mismos -- participen en el proceso de cambio con amor y en paz. Rompan con el silencio, el miedo y la indiferencia. Súmense al movimiento ciudadano a favor de una transformación basada en el respeto por la vida, las leyes y la paz.

León Galindo Stenutz
Cochabamba, 8 de septiembre, 2010

www.leongalindo.net


El amor es la base del proceso de cambio

El amor es la base del proceso de cambio

Dice el Sagrado Corán: "Dios es Amor (Uadud)”
- A quienes hayan creído y hecho buenas acciones
el Compasivo les dará amor".

- Sheij Abdul Karim Paz

El amor, no el odio ni el miedo, es el principio más poderoso y el mejor indicado para guiar el proceso de cambio que vivimos hoy en Bolivia y en América. El cambio social basado en el amor, en todo el sentido de la palabra, es mucho más poderoso, duradero y real. Se equivocan quienes piensan que el poder total puede ser conquistado y retenido indefinidamente mediante la violencia. El verdadero poder, el gran poder, es la que da vida, no la que quita vidas, la que construye para una eternidad y no la que destruye en un instante, la que eleva a los espíritus, corazones, mentes y cuerpos de los seres humanos y no la que reduce al hombre a chatarra física, mental y moral.

El amor, no el odio ni el miedo, es el principio más poderoso y el mejor indicado para guiar el proceso de cambio que vivimos hoy en Bolivia y en América.

Algunas personas piensan que la violencia, la amenaza, los golpes, los juicios, la cárcel, el insulto y la agresión son mecanismos muy efectivos de conquista y control del poder político, económico, social. Tienen toda la razón, y lo están demostrando de manera muy efectiva, en Irán, Venezuela y en Bolivia.

Cada vez más gente tiene cada vez mas miedo. ¿De que? De todo, de nada, por si acaso, por que sí. Funciona el totalitarismo, funciona la dictadura, funcionan el uso del amedrentamiento y de la violencia como instrumentos de poder. Hitler lo demostró, Stalin, Mao, Pol Pot, Ceucescu, Idi Amin… es relativamente fácil, una vez que se ha entendido como oprimir, una vez que se entienda que los seres humanos aman sus vidas y desean protegerse, desean evitar la maldad, prefieren por lo general agachar la cabeza a enfrentarse a aquellos que no dudan en violentar, golpear, enjuiciar, asesinar…

Sin embargo, la transformación social basada en el amor, en todo el sentido de la palabra, es mucho más poderosa, duradera y real como enseñaron y demostraron Mandela, Martín Luther King, Gandhi, Tolstoi, Teresa de Calcuta y muchos otros.

Se equivocan quienes piensan que el poder total puede ser conquistado y retenido indefinidamente mediante la violencia. Jamás puede ocurrir esto. A lo mucho la violencia del odio y el odio con violencia pueden asegurar un poder temporal construido sobre la imposición, la destrucción, la violación y la muerte.

El verdadero poder, el gran poder, es la que da vida, no la que quita vidas, la que construye para una eternidad y no la que destruye en un instante, la que eleva a los espíritus, corazones, mentes y cuerpos de los seres humanos y no la que reduce al hombre a carne magullada, a chatarra física, mental y moral.

El ser poderoso no es el que amenaza, insulta, encarcela, agrede, ataca, hiere, viola, exilia, destruye. El ser poderoso es el que ama. Aquel que genera confianza. Aquella que siempre dice la verdad. Aquel que abraza a su prójimo y ante quien los demás se sienten en paz. Aquella que abre el corazón sin miedo. El poderoso no es el criminal vestido de corbata o de abarcas, sino el hombre humilde, la mujer serena que se esfuerza por comprender, servir y amar a los demás en cada pensamiento, en cada gesto y en cada palabra, en cada acción desde que amanece hasta que se acuesta con Dios.

Algunos de los “poderosos” actuales se equivocan. La transformación de Bolivia y de América no pasa por la destrucción de vidas, familias, negocios, propiedades y esperanzas sino todo lo contrario. No pasa por un falso socialismo ni por una falsa pseudo-religión en la que se endiosa de dientes para afuera a la madre tierra, al pueblo y a todas las cosas de las cuales algunos se llenan la boca. Pasa más bien por los actos sencillos, humildes y callados de construcción de confianza, respeto, dialogo y amor.

León Galindo Stenutz
Cochabamba, 8 de septiembre, 2010

www.leongalindo.net


lunes, 6 de octubre de 2008

Llegó el Socialismo!



CELEBREMOS AMÉRICA...
POR FIN LLEGÓ EL SOCIALISMO!



No deja de sorprender e impresionar cada vez más la facilidad con la cual tantos hombres y mujeres pueden mentir, mentir y mentir. Después de la mentira -- la muerte.

Es impresionante la vorágine moral en la que estamos cayendo. Y aquí está, el famoso materialismo dialéctico, el tan difundido socialismo, esa supuesta utopía tan defendida y tan buscada por ingenuos, idealistas, guerrilleros, asesinos y dictadores. Aquí esta, ya llegó, se asienta en Bolivia, en Ecuador, en Argentina y Venezuela -- en América toda -- ante mis ojos y ante los tuyos y ante la mirada del que osa ver: Maldad, corrupción, desdicha, hipocresía a raudales, indecencia sin limites, deshonor sin nombre, carnicería sin corazón, financiado con el negro petróleo y la blanca cocaína consumidos con tanto placer e indiferencia por malditos capitalistas, tan seres humanos como tu, como yo...

Increíble la facilidad con la cual todo un grupo de gente, toda una colectividad, pueda dedicarse tan fácilmente a destruir la vida de otros, a usar el insulto y la agresión como si fueran moneda de cada día, a abusar del dinero y del poder del pueblo para encarcelar y destruir el presente y el futuro de ese mismo pueblo. Increíble como las gentes más viles pueden llegar a ser nada menos que nuestros “líderes.” Los pusimos ahí. O al menos, lo permitimos, lo facilitamos y no hacemos lo suficiente para que sea de otra manera.

Mas increíble aun como cientos de millones de ciudadanos se dejan abatir por unos cuantos bribones disfrazados de demócratas, empapados en odio, enceguecidos por el dinero, el poder y sus distopias malditas... ¿!Es que somos tan cobardes, tan viles, tan indecentes!?

Impresionante como cientos de miles y millones de ciudadanos de bien guardan el silencio ante tanta maldad, tanta hipocresía, tanta violación sistemática de las leyes formales e intangibles que son el fundamento mismo de la civilización, de la convivencia pacifica, del amor entre hermanos y amigos, de la solidaridad y cooperación entre vecinos y ciudadanos...

Incomprensible la perdida de la dignidad, del honor y de la bondad ante el avasallamiento de ese dinero tan negro y tan sucio que la sangre de inocentes y de criminales chorrea en las manos del que lo usa, de ese dinero sembrado con engaño y desidia, regado con odio e infamia y cosechado con el mas puro egoísmo por asesinos para su distribución, como palomitas de maíz, a políticos, empresarios, militares y ciudadanos que alguna vez tuvieron honor y dignidad.

¡Cuan fácil había sido comprar a la gente! Cuan fácil había sido olvidar el honor!

¡Con que facilidad las clases dirigentes, medias y populares habían sabido someterse a la zanahoria de la corrupción y al martillo del miedo! ¡Con que facilidad habíamos, los seres humanos, sabido mirar al otro lado ante la injusticia, la violencia, la corrupción! ¡Con que facilidad poblaciones enteras de hombres de bien habían sabido escapar, huir, retroceder ante el avance de los ejércitos del mal! ¡Con que sencillez mujeres de todas las clases sociales habían sabido aceptar, permitir, incluso alimentar la desidia y el engaño en los pechos y en las bocas de sus propios hijos!


Ahora entiendo, en sangre propia, como los alemanes y europeos permitieron a Hitler y a cientos de miles de sus coterráneos participar de manera directa en el asesinato industrializado de millones de judíos. Ahora entiendo con precisión porque los habitantes de Camboya y del sureste asiático no reaccionaron a tiempo ante la criminalidad sin límites de Pol Pot. Ahora entiendo por que los africanos, las Naciones Unidas y el mundo entero mantuvieron el silencio mientras decenas de miles de hutus violaban, macheteaban y quemaban vivos a tutsis, asesinando a cientos de miles de ellos.

Y ahora entiendo lo que pasa hoy, ahora, mientras escribo en silencio, en Sudan, donde escucho a través del silencio del ciberespacio y de esta tierra que es una los gritos de una mujer a la que violan, los llantos de un padre que abraza a su hijo moribundo, los gemidos de una niña famélica, quemada, destruida que habla sin hablar... y en sus sonidos y silencios escucho, creo, espero que no, retumbar el futuro de América...

¿Porque no hablamos cuando aún podemos hablar? ¿Porque no gritamos cuando aún podemos gritar? ¿Por qué no actuamos cuando aún podemos actuar?

Y en el silencio y en los gritos entiendo, ahora entiendo. El ser humano había sido frágil, cobarde, maricón. Había sido incapaz de defender su propia tierra. Había sido capaz de vender a su propia madre. Había sido capaz de seguir jugando cartas mientras unos insultan. De seguir bailando mientras otros agreden. De seguir comiendo y bebiendo como si nada pasara mientras a su alrededor incrementan de forma sistémica y exponencial las arbitrariedades, los encarcelamientos, los exilios, los asesinatos y las preparaciones para una guerra sin cuartel -- contra ellos mismos. Había sabido, el ser humano, mirar al otro lado cuando delante de él otros asesinaban a mujeres, niños y gente inocente. Había sido vil. Había sido débil -- y vil.

Sinceramente esperaba otra cosa del boliviano, del latino, del americano. 500 años de paz. Eso es lo que hemos vivido en América. 500 años de paz, mientras en África se asesinaban entre si de la forma más salvaje, mientras en Europa seres supuestamente educados exterminaban a pueblos enteros, mientras Mao y Stalin eliminaban a millones con fusil, con el trabajo forzado, con el cuchillo del hambre... Mientras hacían eso, en América nuestros antepasados hacían el amor, hacíamos el amor… pero ahora, mestizos todos, nos quieren convencer de lo contrario.

En todos esos casos el exterminio se inici
ó, al igual que en América hoy, mediante la prensa, la televisión y la radio, usando los asesinos la mentira industrializada como balas letales, eliminando primero en símbolo e imagen a sus opositores iniciales para luego proceder a la destrucción física de los mismos y a todo el que seguía.

Ahora veo. Ahora escucho. Ahora comprendo. Llego el tan anunciado, tan famoso Socialismo a América, a nuestra América, a este jardín de Dios que es América. Tardó más de 150 años, pero ahora llegó e intenta imponerse en serio. Veremos si los latinoamericanos somos diferentes, si aprendimos algo de la historia -- o si simplemente somos tan humanos como los demás.

Entretanto, mis felicitaciones a las huestes del mal por su increíble capacidad para olvidar su propia dignidad, su propio honor, su propia inocencia y decencia interior, para desterrar sus almas al infierno en vida. Y mis felicidades a las clases altas, medias y populares por dejarse avasallar tan fácilmente.

¡Bienvenidos todos, todas al siglo XXI, al Socialismo del Siglo XXI!


sábado, 27 de septiembre de 2008

Amor > Miedo




NO LE TENGAMOS
MIEDO AL MIEDO.


¡ENAMORÉMONOS
MÁS BIEN DEL AMOR!





The only thing we have to fear is fear itself.

- Franklin Delano Roosevelt






Se Busca: Líderes Buenos

BOLIVIA Y AMERICA NECESITAN LIDERES


Lideres buenos y honestos, éticos, decentes, comprometidos profunda y sinceramente con la profunda transformación de su propio ser interior, de sus comunidades, de sus países y de América entera en paz, con amor y en democracia.

Líderes espirituales y empresariales, públicos y cívicos, intelectuales y artistas, líderes que no temen, no odian, ni buscan aprovecharse de nadie sino mas bien servir a los que puedan.

Líderes con la capacidad de trascender, desde su interior, el negro momento que vive nuestra América, jardín de Diós.

Líderes que ponen al amor, al servicio y al bienestar de su gente, de la gente a la que decide representar, guiar y servir por encima de todo lo demás.

Líderes que no necesitan del sexo, del alcohol o del dinero para satisfacer sus deseos, necesidades y anhelos más profundos, que desean mas bien, mas que nada, sentir la alegría y la paz de ser una persona simple y buena viviendo en un mundo simple y bueno gracias al trabajo decente, honesto, esforzado y a la vez equilibrado de millones de ciudadanos comprometidos con lo mismo: paz, simplicidad, empatía, dignidad.

Estos son los líderes que Bolivia y Colombia, Argentina y Nicaragua, Ecuador y Venezuela necesitan hoy. Estos son. Estos somos. ¡Vamos!